El láser de CO2 es una de las más exclusivas herramientas quirúrgicas en Medicina Veterinaria. Su aplicación en cirugía de tejidos blandos ofrece importantes ventajas en cuanto a acortamiento del procedimiento quirúrgico, cicatrización y recuperación del paciente. Tiene su aplicación más reconocida en la cirugía del Síndrome Braquicefálico.
La palabra láser es un acrónimo de la terminología en inglés Light Amplification by the Stimulated Emission of Radiation o lo que es lo mismo, amplificación de la luz estimulada por una emisión de radiación. El haz de láser se forma en una cámara que contiene un material específico. Es éste el que da nombre al tipo de láser. Los múltiples tipos de láser se diferencian por las distintas longitudes de onda de la luz que generan, que pueden abarcar del ultravioleta al infrarrojo. El funcionamiento se basa en que las moléculas de este material se estimulan mediante una fuente de energía eléctrica que se aplica de manera exógena. El material excitado, que se encuentra en estado inestable, tiende a recuperar el estado estable, emitiendo fotones en el proceso. Los fotones se reflejan en espejos situados dentro de la cámara, y estimulan nuevamente al material inestable, amplificándose el proceso. Finalmente, los fotones emitidos se organizan, mediante reflexión, en un haz que es transportado hacia el sistema de aplicación por una fibra óptica.
El láser de CO2 contiene dióxido de carbono y fue desarrollado en 1964 por Kumar Patel. La radiación emitida en este caso se encuentra en la banda de infrarrojos de y resulta óptima para cortar y vaporizar porque es altamente absorbida por el agua, lo cual hace que se reduzca el tejido blando sin causar apenas lesión térmica. Dado que cualquier tejido blando está compuesto fundamentalmente por agua, al aplicar la energía lumínica del rayo láser, ésta se vaporiza instantáneamente y deja una delgada capa de tejido necrótico que asegura la hemostasia.