El tratamiento de esta patología es esencialmente quirúrgico, aunque no por ello es menos recomendable hacer adelgazar un poco al paciente si tiene algo de sobrepeso y restringir o moderar la actividad, sobre todo en momentos de calor intenso o en lugares donde haya mucha humedad. Igualmente, puede ser necesaria la administración de antiinflamatorios esteroides para el manejo de la inflamación laríngea.
Es conveniente realizar esta cirugía tan pronto como sea posible (a partir de los 4 meses de vida), sin que nos preocupe demasiado que el paciente no haya alcanzado la madurez física. Cuanto más tiempo dejemos pasar, los cambios anatómicos serán más acusado y el estado general del animal será peor.
Se coloca al paciente en decúbito esternal, suspendiendo el maxilar desde un arco de tracción y sujetando ventralmente la mandíbula a la mesa, de manera que la boca permanezca abierta en toda su amplitud.
Pese a que tradicionalmente la palatoplastia se ha hecho con tijera, nuestra dilatada experiencia en los últimos diez años ha constatado que la utilización de láser de dióxido de carbono ofrece muchas más ventajas, ya que limita el sangrado, resulta más rápida, es menos dolorosa y favorece en gran medida la cicatrización de la herida quirúrgica.
Antes de comenzar, es importante determinar bien el punto de resección, para el que nos puede ser útil el borde anterior de las amígdalas. Es importante resecar una buena cantidad de tejido, ya que una resección incompleta no mejorará significativamente el estado del paciente. Se tracciona con una pinza de tejidos Allis y se secciona la parte sobrante. Si se hace abordaje con tijera, habrá que ligar bien las arterias palatinas, que sangran profusamente. La utilización de láser de CO2 ofrece notables ventajas a la técnica. Finalmente, se pueden enfrentar los bordes rostral y caudal del paladar con un monofilamente absorbible de 5/0 ó 6/0.
Para realizar la ventriculectomía, se sujeta cada sáculo con una pinza de tejido Allis y se reseca la porción de mucosa evertida con una tijera de Richardson. Rara vez sangra y no hace falta suturar.
Al hacer la rinoplastia, es necesario modificar ligeramente la posición del paciente, liberándolo de las tracciones y haciendo descansar la cabeza sobre una almohadilla. La cirugía consiste ahora en resecar una porción del cartílago nasal dorsolateral para ensanchar la ventana nasal estenótica. La técnica clásica, consistente en seccionar una cuña del cartílago alar, es laboriosa y bastante sangrante. Además, exige la sutura de los bordes de la herida, lo cual suele resultar incómodo al paciente y a su propietario, a la hora de hacerle las curas. La técnica láser permite, en pocos minutos, resecar una pequeña cuña del borde interno del cartílago alar de la nariz, sin apenas sangrado. La posterior fotovaporización de la zona incidida permite el igualado de ambas narinas, ofreciendo un aspecto mucho más estético.
La mejoría tras la cirugía es notable desde el momento en que los pacientes se despiertan de la anestesia. El postoperatorio para este procedimiento se limita a mantener al paciente tranquilo, ofrecer comida blanda unos días y dar un poco de medicación durante los primeros días, siendo el pronóstico, en general, bueno.